sábado, 24 de febrero de 2024

abstinencia



una chica nos trajo en Uber
ella era muy amable
se parecía un poco
a la guitarrista de Bikini Kill
y también
a esa tatuadora de Ink Master
la que casi no hablaba
y traía rastas y un mohawk

el auto de la conductora de Uber
olía a tabaco
y yo cumplo 42 días sin fumar
y el olor me hizo consciente de muchas cosas
y pienso que así olía el estudio
en el que paso más de la mitad de mis días
y que era horrible y asqueroso
y que al reparar en ese aroma a tabaco estancado
pensé en ese compañero con tabaquismo
que conocí en el posdoc
y que decidió acabar con su vida
hace casi seis años

y también pienso en que recaí
hace casi nueve meses
en una cena de fin de año
y que me puse muy borracho
y que antes de todo eso 
estuve en abstinencia
casi ocho años
y que antes de todo eso
fumaba tanto
que tenía dedos de nicotina

hoy estoy borracho
ésta no es la fecha exacta
pero me aceptarán un paper el 9 de abril
y cuando todo esto pasó
volvería a trabajar en la universidad
y un revisor insistiría en que incluyéramos una figura
y todo esto coincidiría
con casi 15 horas de clase a la semana
y con la evaluación del SNII
y con la semana del cerebro
–moderaría una mesa redonda
e impartiría un simposio en línea–
y con el Sleep Fest
–impartiría una plática–
y con la marcha del 8M
–acompañaría a Katz a la ciudad
y caminaría kilómetros y kilómetros
desde Bellas Artes hasta La Lagunilla

y el 9 de abril aceptarán un paper
y el 3 de mayo me enviarán las galeras
y la página de Facebook de la universidad
reconocerá al autor corresponsal
y dirá que –por cierto–
yo tuve algo qué ver
en la publicación del MS

y pensaré en que este paper que fue una tortura
y en que no lo abandoné 
y en que fui persistente
y en que aborda un tema 
que no me vuelve loco
y en que podría hacer muchas cosas
mucho mejores
si me enfocara 
en publicar 
sobre temas que me apasionan

y pensaré en que esta experiencia con el paper
que será publicado el 9 de abril
no fue nada nueva

insistí en que lo revisaran 
los investigadores principales
y el MS estuvo en el olvido
durante muchos meses
casi dos años
y yo hice todo

lo escribí
lo sometí a revisión
le contesté a los revisores
y aparezco como
primer autor

nada nuevo

y me pregunto
por qué no escribo yo solo
papers académicos
y me ahorro los intermediarios

si en mis ratos libres
escribo novelas
y relatos
y me obsesiona escribir
y me muero si paso un solo día
sin escribir

y no he cumplido ni diez años
desde que obtuve mi grado de doctor
y soy investigador nacional I
desde que envié mi primera solicitud
de ingreso al SNII
porque tenía muchas publicaciones
en revistas internacionales
evaluadas por pares

¿por qué no escribo yo solo,
y me ahorro los intermediarios,
y visualizo el trabajo invisible
que he hecho muchos años...?

domingo, 18 de febrero de 2024

tengo la lengua quemada

tengo la lengua quemada
ayer me quemé con un chocolate caliente
hoy sí salió el sol
es domingo
y no sé cómo logré
levantarme

hacía mucho frío
el sueño era tan denso
el sueño era tan pesado
el sueño era tan oscuro
y estaba tan cansado
ayer me tomé varios whiskies
y me acosté a las dos de la mañana
y caía torrencialmente la lluvia
y en cuanto cerraba los párpados
mi tallo cerebral hacía lo que hace siempre
y no podía moverme
y como siempre
resultaba aterrador
aunque uno sepa
la neurobiología del sueño
estar consciente y estar inmóvil
al mismo tiempo
siempre es aterrador

hoy es domingo
y sí salió el sol
pero hace mucho frío
el vecino ya volvió de quién sabe dónde
estaciona su auto
el sonido del motor
interrumpe mis pensamientos

hoy es domingo
y sí salió el sol
y ya suenan los cohetes
que suenan cada domingo
y que provienen de quién sabe cuál iglesia

hoy es domingo
y sí salió el sol
y hace mucho frío
y sin embargo no sé cómo
me levanté de la cama
más o menos recuerdo
qué estaba soñando
creo que un colega me invitaba a comer

estoy despierto desde las siete de la mañana
y ya son las nueve
y ya les di Royal Canin a los gatos
y ya les serví croquetas
y ya les cambié el agua
y ya les recogí la arena
y ya acabé de leer Dios fulmine a quien escriba sobre mí 
y no puedo evitar recordarme
que compré esta novela a principios de mes
y que comencé a leerla
en esos tormentosos días
en los que esperaba el dictamen de una evaluación curricular
en la que participé
es la tercera que gano en tres años
y no quiero pensar más en ello
no quiero aturdirme
sé que no es la clase de trabajo que merezco
y odio tener que explicarlo siempre
y odio tener la impresión de que siempre
hay malinterpretaciones
que siempre alguien tiene la impresión
de que no se me ocurre nada
de que soy un tipo que sólo sigue instrucciones
o que hace lo que hacen otras personas
porque lo hacen otras personas

hoy es domingo por la mañana
y ya son las nueve
y ya es tardísimo
ya calenté una taza con agua en el horno de microondas 
y me serví un té de frutos rojos
puse la taza en la mesita de centro junto a la lámpara
y el gato mayor insiste en acomodarse junto a mí
y hace unos minutos que volví a la cama
encendí la Mac y me puse a escribir
y el gato mediano está haciendo travesuras en la habitación contigua
trata de abrir un cajón y tira muñecos y estambres
por aquí y por allá
y el ruido que hace es un estresor impredecible
y me desconcentra y se me olvida qué hago
qué sentido tiene aporrear el teclado de la Mac

repentinamente tengo sueño
mis párpados son cortinas de acero
pesadas y escandalosas
me dieron ganas de volverme a dormir
hoy sí salió el sol
hoy es domingo
mis tripas gruñen
tengo hambre

ya salí a la terraza a meter al bote de basura 
la bolsa con la arena de los gatos
y no tengo muchas ganas de salir a correr
hace mucho frío
quisiera cerrar los párpados
apagar la luz del mundo 
y que mi tallo cerebral
les impida a mis motoneuronas
que se muevan 

martes, 6 de febrero de 2024

dictamen pendiente


Ya no sé cuántos días llevo así, sin dormir, revisando enfermizamente el correo-e, teniendo taquicardias cada vez que me llega una notificación al teléfono, repasando mentalmente, en una fracción de segundos, cómo me fue en la entrevista hoy, y cómo me sentí en la entrevista de hace un año, y cómo me sentí en la entrevista de hace dos años –intentando escindir mi cerebro emocional mi cerebro racional– y repitiéndome a mí mismo Ya ganaste dos veces, dos concursos similares a este, pero también pensando en que esta puede ser la primera vez que pierda, en que siempre existe la posibilidad de perder cuando compites por algo, en que no tengo ni corazón ni cabeza para buscar mañana o pasado mañana, o cuando sea que reciba malas noticias en el peor escenario hipotético que ha elaborado mi mente, un empleo de emergencia.

En fin, reviso el teléfono por enésima ocasión en lo que va del día (y en lo que va de las últimas dos o tres semanas), pero la taquicardia nada más fue un gasto innecesario de sangre, resulta ser una falsa alarma, la notificación es irrelevante...

«KAVAK: cotiza tu auto inmediatamente...»
«Elon Musk acaba de subir una foto a X...»
«Paty López acaba de publicar un video en TikTok...»

... y, temporalmente, me siento tranquilo. 

La lluvia torrencial que ha inundado los túneles de mi mente, la tormenta que ha arrasado con mi mente, el huracán emocional que ha anidado en mi mente, me han dado tregua. Temporalmente. 

Sólo el tiempo suficiente para descansar, para asimilar que no he recibido malas noticias, que no llegarán justamente en estos segundos que me he tomado para revisar el teléfono, el breve periodo entre hoy y los próximos minutos, horas y días, a partir de los siguientes veinte o treinta segundos, el breve tiempo entre este instante y el futuro, el breve respiro entre el estrés con el que he lidiado desde los últimos días de enero, cuando fue publicada la convocatoria en la que participé, y hoy. 

Sé que en cuanto guarde de nuevo el teléfono en el bolsillo de mis pantalones, volveré a darle vuelta a la pregunta recurrente: ¿y si pierdo...?

Me repito el mantra de las últimas semanas:

«No mereces esto, no deberías pasar por esta tortura cada año, ya tienes más de diez años en este negocio, ya has sufrido mucho, nunca has hecho el mínimo esfuerzo, allí están las pruebas a la vista de todos...»

Me siento frente al televisor. 
Lo enciendo. 
Reparo en que sólo veo la tele cuando no quiero pensar, cuando quiero huir de la realidad, cuando la realidad me abruma. 

En la pantalla, Jessica Jones está a punto de tener un ataque de pánico y repite su propio mantra...

«Birch Street, Higgins Drive, Cobalt Lane...»

... y cierro los párpados pero los abro inmediatamente, no quiero ponerme paranoico, no quiero tener un malviaje de cortisol, y no quiero hacerlo pero recuerdo cuándo conocí a la protagonista de la serie de Marvel: cuando estaba en los últimos meses del doctorado, cuando ya tenía varias publicaciones como primer autor, cuando ya tenía varios años de experiencia docente, cuando tenía muchas razones para entusiasmarme por el posdoc y por mi futuro; cuando, sin embargo, era muy desdichado, cuando odiaba mi existencia, cuando convivía a diario con seres tóxicos, con personajes que podrían pasar por personajes de las novelas de Jeff Lindsay o de los relatos de Del James, cuando algunos de esos seres tóxicos minimizaban mi trabajo para “motivarme” o para saciar su sed de poder...

«Sólo sigues instrucciones...»
«Lo que deberías estar haciendo es preparar café...»

... cuando Jessica Jones no era Jessica Jones, sino Jane Margolis –la novia de Jesse Pinkman–, cuando Mr. White ya estaba harto de ella y de Pinkman y los descubrió en un viaje de opiáceos y ella comenzó a ahogarse con su propio vómito y Mr. White decidió colocarla boca arriba en la cama y dejarla morir por broncoaspiración.

Y pienso en que siempre he vivido estresado, en que por eso no entiendo cuando alguien sufre y me dice que no es capaz de soportar que le rechacen un paper o que en su trabajo no lo dejen tomarse dos horas diarias para comer o que no pueda salir de vacaciones a la playa al menos una vez al año. O que no le den una plaza indeterminada cuando apenas tiene un par de meses de haber salido del doctorado. O cosas así.

En la pantalla, el mantra de Jessica Jones surte efecto, y recuerdo otra vez esos últimos meses en el doctorado, cuando conocí a Jane Margolis y no me perdía un solo capítulo de Breaking Bad, cuando tenía que consumir sustancias inusuales para soportar el estrés, cuando siempre estaba a la espera de malas noticias en un correo-e...

«Hello! Hello!
¿Qué carajos tienes en la cabeza...?
¡Más de una puta vez te he dicho que no sólo soy PhD...!»

Y recuerdo cómo me sentí, y pienso en que esa época ya quedó atrás, en que, pase lo que pase, por más horrible que sea mi presente, jamás volveré a dejar que se repita una situación similar. Que he aprendido una que otra cosa de la vida.

Pero también reconozco que siempre he vivido al límite, que siempre he lidiado con el estrés, que siempre he tenido que tomar mis precauciones, que me he acostumbrado a la mala vida.

Que, sin embargo, como dice esa horrenda canción de Héroes del Silencio que odio tanto y que no puedo sacar de mi cabeza justo en este momento...

«Siempre es la misma función, el mismo espectador
El mismo teatro en el que tantas veces actuó...»

... y mi (atormentada) reflexión es que esta tortura de cada año es mi mito de Sísifo, que no basta con ser bueno en lo que uno hace, que no basta con tener evidencia comprobable de que uno es bueno en lo que hace, que lo que en verdad importa es (casi siempre) tan subjetivo y tan egoísta y tan malévolo que resulta absurdo, frustrante y doloroso.
 
Hace tantas semanas que no he dormido bien, hace tantas semanas que he estado dándole vueltas a la pregunta recurrente, hace tantas semanas que he estado lamentando no tener más opciones, hace tantas semanas que he estado lamentándome por no tener el empleo de mis sueños (y por no tener resuelta mi vida económica), hace tantas semanas que no he dormido bien, hace tantas semanas que he estado quejándome por tener que hacer cuatro o cinco veces las cosas que a otras personas les ponen en bandeja de plata... que ya no sé nada. 

Quiero cerrar los párpados y descubrirme en un mundo paralelo, en uno en el que todo este drama insoportable sea sólo ficción –una serie de televisión, la adaptación al cine de una novela... Pero no: esta es la realidad. Y seguirá siendo la realidad de cada año, si no busco un camino diferente (otra vez).