viernes, 22 de octubre de 2021

nostalgie de la routine



Estoy sentado frente a la computadora, en la misma habitación en la que he permanecido muchas horas trabajando durante la pandemia y durante distintos periodos de los últimos tres años en la universidad –una huelga de tres meses, días feriados y días laborales de diez o doce horas–, esperando a que los miembros de un consorcio se reúnan a la junta que tenemos cada quince días por Zoom, y no puedo dejar de sentir nostalgia, porque veo todos... 

miércoles, 13 de octubre de 2021

Tips para publicar al escritor que llevas dentro

 


Sí:

1. Toma un taller de creación literaria en el que te prometan publicarte: debes haber juzgado que los organizadores, entre inscripción, cuotas, “materiales de apoyo” y “fondo de publicación”, generen suficientes ingresos para publicarte y/o que tengan contactos con alguna editorial creada con ese propósito –publicar a autores sin méritos literarios y que nadie conoce, pero que han pagado un taller de creación literaria con estas características– o que conozcan a alguien con suficiente influencia/capital como para publicar cualquier clase de literatura (aunque carezca de originalidad/calidad).

2. Hazte amigo de algún círculo literario (tarde o temprano, no necesariamente porque escribas algo decente y no necesariamente sin que quedes exento de devolver el favor), hallarán la manera de publicarte (quizá en un fanzine o en algún medio ad hoc que sirva para justificar alguna partida de algún financiamiento ad hoc.)

3. Págale a Amazon (o a cualquier medio de autopublicación) y deja que “un maquilador de sinopsis” (puedes ser tú mismo) haga un resumen de tu obra literaria en cuestión, para atrapar a lectores de ocasión (y/o escritores frustrados que nadie conoce y cuyas principales credenciales son los comentarios halagadores de su familia y de sus amigos, que siempre les han dicho que “escriben bonito”, y que estarán allí para criticar tu obra literaria severamente).

No: 

1. Aunque es divertido escribir sobre quienes lo hacen, cuando asistas a un evento literario –a una conferencia o a la presentación de un libro– y cuando llegue el momento de las preguntas del público, por favor contrólate y no veas la situación como una oportunidad para tomar la palabra y decir “Yo también escribo...” 

2. No asistas a una feria del libro con el único objetivo de acercarte a las editoriales independientes a venderles la idea de que pueden tener tu talento y publicar tu talento (si tu impaciencia y tu excesiva autoconfianza te lo impiden, al menos sé original: que no parezca que les estás haciendo un gran favor a las editoriales; tampoco digas que “escribes para exorcizar a tus propios demonios”, o algo similar: los lugares comunes son la peor carta de presentación).

*  *  *  *

Antes de llegar a los “Sí” a los “No”, debes pensar seriamente por qué quieres que alguien te publique: ¿porque necesitas que un lector de ocasión diga que tu obra es genial?, ¿porque necesitas que tus amigos y que tus familiares –quienes siempre te han dicho que “escribes bonito”– te lean en un medio impreso y más formal?, ¿porque quieres percibir ingresos por escribir y que después una trasnacional te descubra y te contrate como guionista de la serie de TV que “le volará la cabeza a todo mundo”?

Si en verdad escribes por necesidad (y no por moda ni por imitación), no te hace falta el reconocimiento de nadie. 

martes, 12 de octubre de 2021

en la feria internacional del libro


Títulos que enganchan como el aroma de una hamburguesa con papas fritas cuando no has comido, autores desconocidos y olvidados entre montañas de libros...

Títulos que enganchan como el aroma de una hamburguesa con papas fritas cuando no has comido, autores ignotos perdidos entre montañas de libros, con páginas que destilan un aroma penetrante y que nunca nadie va a hojear; palabras y palabras apiladas en textos que tienen forma de relato, de cuento o de novela, o que pueden ser poemas inspirados en imágenes de canciones de Robert Smith, o biografías carísimas del bajista de The Cure; editoriales subterráneas que le dan crédito y que publican a los mismos editores, editoriales mercenarias que le apuestan a los clásicos y que venden tesoros que acaban como adorno en un librero, y editoras sexagenarias de poemas rosas para adolescentes rojas que sólo imaginan qué es el amor y editores hipster que te ofrecen a los nuevos beatnik, que, en realidad, escriben sobre lugares comunes y que viajan varias veces al año en primera clase a islas exóticas a tomar el sol y a beber Bloody Mary; autores cotizados que escriben porquería, pero que recomiendan sus amigos influyentes por todos los medios posibles y que el lector-hormiga (que señalaba Cortázar desde los tiempos de Rayuela) acaba leyendo como autómata (sin ningún reparo o criterio): una feria del libro en el Zócalo.