sábado, 29 de febrero de 2020

Love Is In My Heart And In Your Eyes

Un día específico de finales de octubre del año pasado (obviamente, importante para mí), cayó en fin de semana. Como casi todos los fines de semana, me resultó imposible mantenerme dormido por más de cinco horas consecutivas y me levanté de la cama por la madrugada y me puse a escribir en uno de mis blogs. 

Toda la semana previa había estado pensando en ese día de finales de octubre y en lo que quería escribir ese día en uno de mis blogs. 

Tengo la costumbre de usar mis blogs para escribir sobre eventos que fueron importantes para mí o para escribir sobre cualquier tontería que considero podría volverse importante para mí. Después de algún tiempo, algunas cosas de las que escribo en mis blogs se han convertido en un esbozo de algún relato al que le dedico más horas. Para mí es más fácil escribir en retrospectiva que en tiempo presente y mis blogs me han ayudado a leer mis propios textos en retrospectiva y a detestarlos y a trabajar en ellos.  

Algunas ideas sobre las que escribo, me persiguen incluso en mis sueños y trato de explicarme por qué son recurrentes, o, al menos, trato de encontrarles un sentido a través de la escritura. Otras ideas sobre las que escribo, al principio parecen irrelevantes, pero de repente, mientras escribo sobre ellas en mis blogs, terminan por traerme recuerdos muy emotivos. Generalmente, soy incapaz de plasmar la emoción que me transmiten y entonces  me siento decepcionado de mí mismo y me paso los fines de semana –¡de meses enteros!– escribiendo obsesivamente sobre ellas hasta que el resultado me deja (más o menos) satisfecho.

Ese día de finales de octubre, fue el aniversario veintitantos de un álbum que comencé a escuchar desde que salió a la venta. Toda la semana previa había estado escuchándolo y pensando qué podría escribir al respecto en uno de mis blogs. 

(Poseo una inmensa colección de música –considerando sólo los discos compactos, poseo ¡más de mil!– y ese álbum doble es uno de los escasos álbumes que compré más o menos una semana o dos semanas despúes de que salió a la venta. De hecho, es uno de los escasos álbumes que compramos con nuestros ahorros uno de mis hermanos y yo.) 

Escuché ese álbum durante casi todo un año diariamente. Ese año coincidió con mi último año de la preparatoria. Escucharlo aun después de tantos años, me trajo recuerdos muy emotivos. Esa entrada no me gustó en absoluto y la dejé en borrador desde entonces. 

Hoy por la mañana, mientras intentaba escribir otra cosa, volví a esa entrada y, más o menos, quedé satisfecho con lo que re-escribí. Releí la entrada mientras desayunaba y decidí publicarla en mi blog. La verdad es que nunca quedo satisfecho. Siempre hay algún párrafo o alguna idea que me parece que dejé escrita de la peor manera posible y siempre hay alguna oración que me avergüenza.  

Más tarde, mientras me bañaba, me puse a escuchar ese álbum.
Por alguna razón, le presté atención a la letra de una canción que siempre había considerado una canción de amor.

Me di cuenta de que esa canción tenía algunos versos que parecían revelar que el enamorado era un acosador. En ese momento, se me ocurrió usar este blog de vez en cuando para escribir sobre de lo que creo que hablan algunas canciones que me gustan. 

Así que aquí comienzo este nuevo uso que he encontrado para mis blogs. 

“Lily, my one and only” está en el lado B de Mellon Collie And The Infinite Sadness de los Smashing Pumpkins. Es una canción con piano, guitarra, bajo, batería y sintetizadores. 

El verso más repetido dice: “Apenas puedo esperar hasta que la veo”. 

Tiene algunos versos que pueden ser interpretados de forma ambigua. 

La protagonista de la canción es una mujer de la que un hombre parece estar enamorado. 

Él le canta que a veces está colgando en un árbol esperando que ella atrape una mirada suya y que a veces ve su sombra a través de la ventana y que a veces se pregunta si ella ama a otro y que a veces cree que nadie está seguro de lo que él hace pero justamente en ese momento un oficial de policía toca a la puerta de su casa. 

La canción termina con una verso que dice: “Estoy seguro que me amas porque, mientras me arrastran lejos de ti, juro que vi que alzabas tu mano y me decías adiós...”

lunes, 10 de febrero de 2020

El autodidacta de La Náusea


Dentro de unos treinta minutos, tengo una junta. Normalmente, desde hace más o menos un año, tengo dos juntas por semana y estoy acostumbrado a ellas, pero esta junta en particular, me da dolor de cabeza. 

Estoy a cargo de la parte administrativa de un proyecto de investigación básica que tiene financiamiento. Como parte del proyecto, tenemos una colaboración con un grupo de investigadores de la Ciudad de México que poseen un dispositivo que necesitamos y que nadie más tiene en el país. 

En esta semana, he trabajado en el calendario de los experimentos. Comenzarían dentro de un par de semanas y se requiere de una persona que se haga cargo de ellos. Cada sesión experimental durará alrededor de dos horas y tendríamos al menos dos grupos de seis sujetos cada uno. Eso daría un total de inversión de al menos cuatro horas diarias. 

Me resulta imposible correr esos experimentos. 

No vivo en la ciudad, imparto clases en la universidad de martes a viernes, paso casi toda la semana preparándolas –invierto tanto tiempo en ellas que casi no puedo hacer otra cosa– y tengo otras obligaciones que casi no me dejan mucho tiempo libre. 

Tomando en cuenta que hago seis horas de viaje –tres horas de ida y tres horas de vuelta–, me resultaría imposible ir a la Ciudad de México a correr esos experimentos por la mañana (para terminar antes de las nueve de la mañana) y volver a Lerma alrededor del mediodía a impartir mis clases. 

Ese ritmo de vida se parece a la vida que ya he vivido como alumno de posgrado y como posdoc. 

Recientemente fue contratado un posdoc. Se supone que fue contratado para involucrarse en este proyecto, pero parece no estar muy dispuesto a correr los experimentos. (Espero que sea sólo mi percepción.) Me da la impresión de que no quiere salir de su zona de confort –su esposa es posdoc en Querétaro y la jefa de su esposa es una especie de co-tutora en su posdoc– y tengo entendido que él no quiere mudarse a la Ciudad de México. 

Me pone tenso esta situación. 
No estoy dispuesto a responsabilizarme de todo.