domingo, 19 de noviembre de 2023

quería escribir sin prejuicios

los pájaros trinan, mi glucosa está por los cielos, estoy despierto desde hace una hora, apenas van a dar las siete y media de este domingo, ayer logré controlarme y sólo me fumé la tercera parte de un cigarrillo, llevo varias semanas controlándome y una botella de Jim Beam me duró poco más de un mes, ya no quiero fumar, ya no quiero emborracharme hasta perder la razón, ayer corrí 10 kilómetros, este mes sólo he salido a correr siete mañanas, algunos días han estado muy pesados, en esta semana salí a la CDMX y estuve en un programa de radio, me levanté de la cama hace treinta minutos, quería escribir sin prejuicios, sin sentirme vigilado por mi propia consciencia, sin estar sobre analizando cada párrafo que escupe mi mente adormilada sobre el teclado de la computadora, pero me distraje en las tonterías de siempre que forman parte de mi rutina diaria, y me perdí varios minutos en una publicación irrelevante de Facebook, en pensar con cuáles palabras quería recordarle a esa persona que me robó un libro, que no se me olvida que me robó un libro, sólo quería escribir, pero no sobre estas tonterías de Facebook y del ladrón (o ladrona) de libros, sino sobre otras cosas, quería escarbar en las profundidades de mis recuerdos recientes, como cuando no salía a correr por las mañanas y me levantaba muy temprano y vivía en otra casa en la que siempre hacía frío, y encendía la computadora y hacía un reguero y escribía con más frecuencia en alguno de mis blogs, o como cuando vivía en el departamento del quinto piso de un edificio y lo que hacía cada domingo, a primera hora, era ponerme a escribir en alguno de mis blogs, generalmente sólo escribía tonterías, no leía mucho, no me gustaba mi vida, no me gustaba ese departamento, lo que escribía era un tedio, casi como esta publicación irrelevante de Facebook que me hizo perder el tiempo, hoy sólo quería escribir sin prejuicios, descubrir por qué tengo esta sensación de haberte soñado, de haber visto tus manos muy de cerca, de haberme perdido en su superficie blanca, de haberla encontrado frágil y envejecida, como una vajilla rota de porcelana, de haber tenido la impresión de que necesitabas ayuda, de que aborrecías tu vida, de que por eso me pasabas suavemente tus manos por encima de mis manos y me echabas una mirada triste, como si quisieras que yo entendiera entre líneas que deseabas fundirte conmigo en un contacto íntimo, porque nuestras manos unidas no representaban nada secreto, eran lo que eran, como ese relato en el que escribí sobre ti, en el que eras la protagonista y estabas triste y aborrecías tu vida y sólo querías olvidarte de todo  

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