domingo, 21 de marzo de 2021

barquillo



Ayer salimos a la calle. A unos tres o cinco kilómetros de la casa hay una nevería que nos gusta. La conocimos a las pocas semanas de habernos mudado a Lerma y durante la huelga la visitábamos con frecuencia. La caminata desde la casa nos servía para distraernos de la realidad –teníamos que pedir dinero prestado para sobrevivir, y cada mes que pasaba era más complicado que el anterior– y aprovechábamos para probar la variedad de sabores de las nieves. Después de la huelga y durante la pandemia dejamos de ir a la nevería, pero el sábado pasado volvimos a ir. Compramos medio litro de nieve de frutos rojos y medio litro de nieve de cereza. 

En comparación con la semana pasada, había más gente en la calle. Por la avenida circulaban más vehículos, en la entrada del fraccionamiento había más gente que en otras ocasiones y en la pequeña plaza en la que está la nevería también había más gente. Compramos medio litro de nieve de cajeta, medio litro de nieve de limón y dos barquillos. Cuando volvimos a la casa, me comí un helado de nieve de limón. La nieve estaba ácida, pero tenía un buen sabor. Me acabé el helado rápidamente y empecé a tener síntomas de reflujo. Cuando comí, el malestar pasó. Por la noche se me ocurrió tomarme una Coca-cola y comerme unas Chips con limón, y empecé a producir mucha flema, como si de repente me hubiera acatarrado. Las flemas se acumulaban en la garganta y me impedían respirar con facilidad. Después de algunos minutos, me sentí mejor, pero no cené más que un par de rebanadas de jamón (el ayuno prolongado también me provoca reflujo). Dormí bien y estoy despierto desde hace más de una hora. Ya alimenté a los gatos, ya comí un puño de pasas y ya tomé agua, pero estoy sintiéndome mal. Mientras el ácido sabor de la nieve de limón absorbe todos mis sentidos, tengo la sensación de que devolveré el estómago, tengo la sensación de que me acaban de sacar el aire con un puñetazo en el estómago, tengo la sensación de que comenzaré a toser incontroladamente, tengo la sensación de que una fría corriente de aire que recorre mi esófago acabará acumulándose en mi garganta y tengo la sensación de que no podré tragar saliva y de que me pondré paranoico. 
 

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