viernes, 9 de agosto de 2024

ya no puedo hablar, tengo la garganta seca

me miran desde los pupitres, algunas estudiantes no levantan la mirada, otros compañeros toman notas en sus libretas, otras chicas toman fotografías con sus teléfonos, otros chicos intentan no distraerse en la última fila, y no soy una estrella de rock, pero esto es lo más parecido a ser una estrella de rock: estoy en trance, de pie, frente al pizarrón, el proyector está conectado a la Mac, me apoyo en una diapositiva en la que hice una caricatura de la vía biosintética de las catecolaminas, puse una neurona emisora y una neurona receptora, puse la maquinaria de biosíntesis en la neurona emisora, las enzimas que convierten tirosina en l-dopa y l-dopa en dopamina, y también puse el transportador vesicular de monoaminas, y los receptores de la familia D1 y de la familia D2 en la neurona postsináptica, y me encuentro como en un sueño, es el jueves 1 de agosto del 2024, de pronto me pregunto cómo fue el 1 de agosto de 1994, uno de mis primeros días de clases en la preparatoria, tengo un flashback, la enfermedad y el parecetamol con naproxeno sódico y la betametasona y la loratadina y el ambroxol y la dapaglifozina se apoderan de mis pensamientos y regreso al aula C-1 de la universidad, soy treinta años más viejo pero es el presente, y he estado enfermo desde el lunes, y hoy es jueves y estoy haciendo lo que me gusta, algo que tal vez más o menos sospechaba que podría ser mi vida adulta cuando estaba en la prepa (me fascinaba exponer en clases y prepararme y leer todo tipo de información relacionada con el tema de la exposición, y podía hacerlo solo, sin necesidad de ponerme de acuerdo con un grupo de compañeros), y en esta ocasión estoy hablando sobre los neurolépticos típicos (esos que fueron descubiertos accidentalmente en la década de los cincuenta), y también estoy hablando sobre los receptores ionotrópicos gabaérgicos y sobre el alcoholismo y sobre mi tío que bebía alcohol del 96 y que tiene más de un año sobrio porque lo amenazaron con quitarle la casa de mi difunta abuela, y también estoy hablando de la autopsia de Amy Winehouse, a quien le encontraron 416 mg/dl de alcohol en sangre, del alcoholismo de Amy Winehouse, de la sobre estimulación de los receptores gabaérgicos tipo a, de los que permiten la entrada de iones cloro al interior de la célula cuando son estimulados por el alcohol, por las benzodiacepinas y por los barbitúricos, y de pronto me quedo sin voz, siento escozor en la garganta, siento que mi garganta está seca, que la enfermedad me ha dado un gancho al hígado, que estoy noqueado, que no tengo fuerzas para continuar hablando sobre algunas celebridades que aparentemente también murieron por sobre estimulación de receptores gabaérgicos ionotrópicos, como Jimi Hendrix, o que estuvieron en coma, como Kurt Cobain, por haber combinado valium con champaña, que debí haberme quedado en casa, después de todo ni siquiera el cubículo que me asignaron en la universidad tiene mi nombre y después de todo ya tengo seis años en esta universidad y llegué como investigador nacional nivel uno y a partir del 1 de enero del 2025 seré investigador nacional nivel dos, y todo ha cambiado y sin embargo estoy igual o peor, y acaso me quedé callado o externé mis pensamientos en voz alta y por eso los estudiantes me miran desde los pupitres, algunos alumnos no levantan la mirada, otras compañeras toman notas en sus libretas, otros chicos toman fotografías con sus teléfonos, guardo silencio, inhalo y exhalo, estoy a punto de toser, siento escurrimiento nasal, les pregunto a los estudiantes qué hacen al final del trimestre con todas las fotografías que toman en mis clases, mientras una chica levanta la mano y le doy la palabra pienso en cuánto han cambiado las aulas en los últimos treinta años, cuando yo era estudiante ni siquiera había teléfonos celulares, mucho menos computadoras portátiles y iPads, ni ningún dispositivo que nos hubiera permitido tomar fotografías y verlas inmediatamente o almacenarlas inmediatamente en un dispositivo electrónico, y ella –la chica que pidió la palabra–, sonríe y dice que tiene un álbum de fotografías de todas las fotografías que toma en clases, y yo les sonrío y les digo a los estudiantes que sería divertida una exposición de todas las fotografías que toman en las clases del trimestre, y entonces inhalo y exhalo, el deseo de toser y el escurrimiento nasal han cesado momentáneamente, y vuelvo a mi clase, abandono las ensoñaciones, no soy más víctima de los flashbacks, me siento como una estrella de rock, reconozco que impartir una clase, o una conferencia, frente a un grupo de estudiantes, o público en general, y hacer todo lo que está a mi alcance para despertar su curiosidad, para interesarlos en un tema, y para que encuentren la manera de entender ese tema en sus propias palabras y el conocimiento les permita mejorar sus condiciones de vida y las de su comunidad y las de la humanidad, será lo más cerca que estaré de ser una estrella de rock, las aulas de clases son el escenario, el backstage son todas esas horas que invierto en la preparación de mis clases, esto, encontrarme de pie, quedándome sin voz, con un montón de medicamentos estallando en mi cerebro y en mi sistema nervioso autónomo, es lo más cerca que estaré de encontrarme en un escenario frente a millones de personas mientras ellas me prestan su atención y yo me acerco lentamente al micrófono, aparentando que no me importa nada, controlándome, equilibrando el rush y el nerviosismo, sintiendo oleadas de adrenalina ascender por mi vientre, tratando de ignorar que puedo equivocarme y mandar todo al carajo, sujeto la púa entre el pulgar y el índice, tomo aire, me preparo para la inmersión, digo «Gracias por estar aquí», toco la guitarra y la gente se vuelve loca apenas suena el primer acorde de la canción.

Ya estoy de nuevo en el Aula C-1, he recuperado el ritmo, ya no tengo ganas de toser, ya no siento escurrimiento nasal, ya no tengo la garganta seca de tanto hablar.   

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