jueves, 17 de febrero de 2022

todo esto es innecesariamente estresante


Quisiera estar tumbado en la cama todo el día. La espera está volviéndome loco. La forma en la que ocurren las cosas está volviéndome loco. Pareciera que hice mal mi trabajo y que me despidieron, pareciera que todo esto es un castigo a mi mal desempeño, pero no: estos tres años hice miles de cosas que terminaron en 3 artículos –y hay otros 3 en revisión–, que abarcaron más de 3 horas de clase por semana para 50 alumnos en promedio, las Políticas Operativas y los Lineamientos Editoriales de un Consejo Editorial en el que fui coordinador durante dos años, varias visitas a otras instituciones en la Ciudad de México y en Querétaro, cotizaciones y coordinaciones de compra y traslado de equipos y reactivos nacionales e internacionales, redacción de más de dos minutas al mes de las reuniones de un Consorcio de Ciencia Básica, escritura de un documento de más de mil hojas con otros colegas para la acreditación de una licenciatura, varios cursos de dos o tres horas sobre TICs durante la pandemia, varias horas de edición de materiales didácticos para estudiantes durante la pandemia, varias horas en Zoom durante la pandemia, una nominación al Premio a la Docencia...

Todo esto es innecesariamente estresante. Por todas partes, todo mundo, me dice “tu situación laboral...” Como si no estuviera plenamente al tanto de que puedo estar sin empleo y sin trabajo fijo en los próximos cuatro meses, viviendo indefinidamente de mis ahorros, como ha pasado tantas y tantas veces en mi vida. Me siento infectado, señalado, de una enfermedad que contraje por descuido. 

Siento que fallé y que estoy pagando las consecuencias, pero mi currículum avala mi experiencia, compromiso y responsabilidad. No me veo trabajando en cualquier cosa que no esté relacionada con lo que sé hacer. Mi vida es un asco. 

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