miércoles, 24 de diciembre de 2025

if you keep listening you can hear it for miles


Tuve que levantarme al baño y ya no puedo dormir, al rato doy una clase de doctorado, tengo más de dos horas dando vueltas en la cama, el insomnio es un ave de rapiña, apenas son las 4 AM, no puedo dejar de pensar en la clase que impartiré al rato, a las 9 AM. 

De pronto, de la nada, cuando el insomnio me devora las entrañas, una canción se mete en mi cabeza y ya no puedo dejar de pensar en este álbum de Deftones que tengo por allí, en mi colección de CDs, lo debí comprar en el 2003 en el tianguis de la Vicente Guerrero, desde entonces creo que lo he escuchado dos o tres veces nada más, no sé por qué lo compré, nunca me ha gustado el nü metal, no sé por qué tengo este álbum en particular, pero el insomnio no da tregua, es un ave de rapiña, y ya no sé nada de nada, y, entonces, en la penumbra, tomo el teléfono y los inalámbricos de la mesita de noche, y me pongo los audífonos, los sincronizo con el teléfono y busco el álbum en Amazon Music y le doy play y cierro los párpados y no puedo evitarlo: desde los primeros acordes, la primera canción de este álbum me remonta a principios de los años 2000.

Aprieto los párpados, esta canción se mete en mi cabeza de nuevo, una asociación lleva a otra asociación, me acuerdo de ti, estábamos en los semestres finales de la licenciatura, la rutina era sofocante, todos los días eran idénticos —ir a la universidad, estar contigo en la universidad, tomar clases para las que nunca abría un libro, correr experimentos entre las 7 y las 10 AM, ir a algún cineclub entre las 12 y las 14h a ver alguna película pretenciosa de Jodorowsky, después tumbarse por allí, en Las Islas o en los jardines del CELE o de Ingeniería, entre parejas de enamorados o vouyeristas que iban a ver a las parejas de enamorados, luego comer por allí una hamburguesa o una sincronizada o una pizza, luego discutir contigo por cualquier tontería, porque siempre encontrabas la forma de incluir en nuestra relación a tu ex, porque tenías que estar todo el tiempo en fiestas, en antros o en viajes.

La voz de Chino Moreno taladra mi cabeza, ahora me acuerdo de todos esos días en los que me sentía rebasado, ajeno a mí mismo, como si fuera otra persona, cuando todos los días eran idénticos, cuando volvíamos en transporte público de la universidad a tu casa, cuando tomábamos un camión frente al Estadio Olímpico, cuando recorríamos Insurgentes en dirección a Cuicuilco, cuando cruzábamos la zona de hospitales, cuando tomábamos otro camión en el Estadio Azteca, cuando pasábamos por El Tec y por La Noria, el tráfico siempre era espantoso, iba a vuelta de rueda, y nos teníamos que bajar del camión poco antes de El Reclusorio Sur.

No tenía tiempo para mí, muchas horas de cada día las pasaba en el transporte público, y el 90% de mis días se limitaban a hacer lo que tú querías hacer, yo era un idiota incapaz de hacerme a un lado, de darle vuelta a la página, yo lo provoqué, que me dijeras que no sabías por qué estabas conmigo, si yo no era ni guapo ni rico ni gracioso. Yo lo provoqué, pero también estuviste allí, y un montón de veces volví solo a casa de mis papás en el transporte público, el tráfico era espantoso, iba a vuelta de rueda, sintiéndome miserable, siempre con los audífonos puestos, tratando de evadir la realidad con la musica.

Quién sabe por qué quise escuchar este álbum de Deftones hoy, quién sabe por qué la voz de Chino Moreno comenzó a revolotear en mi cabeza cuando el insomnio era un ave de rapiña, este álbum de Deftones del 2003, lo debí de comprar en diciembre del 2003, estamos en diciembre otra vez, en diciembre del 2003 íbamos casi cada quince días al tianguis de la Vicente Guerrero, ese tianguis se ponía los martes y los viernes, si no tenías otro plan (alguna fiesta, algún viaje) después del tianguis volvía a la casa de mis papás yo solo y me encerraba en mi recámara y ponía el CD que había comprado en el Aiwa y me acostaba en la cama y cerraba los párpados y trataba de ignorar que me sentía esclavizado, que no podía hacerme a un lado, darle la vuelta a la página, en ese tianguis me compré varios CDs —el Dolittle, el Surfer Rosa, Sweet OblivionVS, No Code, alguno de Stone Temple Pilots, el doble en vivo de Guns N' Roses, alguno de Jane's Addiction, este de Deftones que salió a la venta en el 2003—, y otra vez es diciembre y estoy acordándome de ti, definitivamente ya no dormiré, mi clase podría ser un desastre, pero ya no te guardo resentimiento y descubrí por qué sólo.he escuchado dos o tres veces este álbum de Deftones.


viernes, 21 de noviembre de 2025

try to build a home


El último año en el infierno del doctorado empezaba, todos los fines de semana eran una evasión de la realidad y ese no era la excepción, iba por mi tercera o cuarta caguama, iba por la segunda o tercera cajetilla de Camel, a través de la broma del alcohol escuchaba el último álbum de estudio de Soundgarden, me fumé un carrujo y me tumbé en la colchoneta que había puesto en el suelo para entrar en comunión con la banda de Seattle que no había grabado un álbum en más de 10 años, desde que estaba en la prepa, desde Upside the world, las luces estaban apagadas en el pequeño departamento que rentábamos en Xola, hacía mucho frío, Liz no había vuelto del trabajo aún, quería que la experiencia fuera lo más cercano a una noche acampando en un paraje solitario, no quería saber nada de la realidad, solo que Soundgarden daría un concierto en México en un par de meses, en mayo, en El Palacio de los Deportes, no quería pensar en el doctorado, odiaba ir al laboratorio, no soportaba los exabruptos del tutor, no entendía su doble moral, en cuatro años ya había publicado tres papers de investigación original en revistas internacionales evaluadas por pares, en cada uno de ellos yo había hecho prácticamente todo, incluyendo el trabajo de autor corresponsal, había aprendido a hacer todo solo, sin otra guía que los papers que leía y los papers que habían publicado recientemente los estudiantes de doctorado recién egresados de su laboratorio, el posgrado en Ciencias Biomédicas sólo exigía que el Comité Tutoral hubiera evaluado y aprobado cada uno de los semestres del alumno (clases, avances del proyecto ) y que el alumno publicara la tesis de doctorado y un paper en una revista internacional evaluada por pares, y que el alumno defendiera su proyecto en un examen de grado.

Asistía a los 23 seminarios de avances y journal clubs que le interesaban al tutor, y también era ponente en todos los congresos nacionales e internacionales, que le interesaban al tutor, no descuidaba mis clases como profe de asignatura en la UNAM, impartía las charlas de diplomados o de divulgación a las que me invitaban, no descuidaba ningún compromiso académico, pero el tutor había estallado, se había salido de personaje, era incapaz de controlar a su grupo, seguramente había leído varios libros de superación personal y de motivación y de liderazgo, y sabía (o intuía) que lo más sencillo era humillar y mitigar la autonomía de quienes más trabajaban en su grupo, así que se me fue directo a la yugular, y, enfrente de todos, me regañó, me dijo que yo «solo seguía sus instrucciones», mi crimen había sido correr una serie de experimentos que acabarían publicados en mi cuarto paper como primer autor, sin su consentimiento, obviamente él era el líder, ¿cómo se me había ocurrido actuar de manera independiente?, ¿cómo se me había ocurrido desafiar su autoridad...?

La voz de Chris Cornell...

«try to build a home
bones of birds...»

... me entraba por los huesos como una cura y la droga estallaba en mi cerebro, quería quedarme allí, tumbado en la oscuridad, en esa colchoneta que se había convertido en una casa de campaña, apreté fuertemente los párpados y los puños, me enfoqué en la música, se transformó en un oleaje de colores y sonidos, trate de pensar en que todo lo que soportaba tenía sentido, me acordé de mis años en la prepa, cuando escuchaba a Soundgarden todos los días, cuando solamente escuchaba música, cuando no me importaba el futuro, cuando vagamente creía que me dedicaría a la escritura, cuando no había tenido a un jefe manipulador, cuando no sabía que podía haber gente cabrona que se quisiera meter en tu cabeza y llevarse todo el crédito, demeritar tu trabajo, minar tu autonomía para no perder el control, para alimentar su necesidad de poder.

Hoy escucho otra vez King Animal, vivimos en una casa grande y fría, hace más de 5 años que nos mudamos de ciudad, Liz duerme, son las 3:45 am, estoy insomne y sobrio, voy a cumplir un año como Investigador Nacional Nivel II, nunca he tenido un contrato de base, nadie me ha puesto nada en bandeja de plata, me desquicia la fragilidad de algunos conocidos que también quieren ser profesores-investigadores, que no han conseguido nada y que (según ellos) han vivido las peores experiencias que alguien puede vivir, podría dar nombres y apellidos de colegas más jóvenes que yo y que por X, Y o Z (razones extra académicas) ya son profes indeterminados, según mi experiencia es más probable que una Comisión Dictaminadora (instruida por una autoridad) te abra un concurso de oposición ad hoc si sigues instrucciones, tengo náuseas, no puedo dormir, más o menos odio mi existencia, podría escribir un tratado de endogamia académica, pero mejor tratare de dormir.

domingo, 16 de noviembre de 2025

Si fue hecho para mí, lo tengo que saber...

Son las 9: 15 del lunes, estoy en el Uber, la radio está encendida, el conductor viene escuchando el programa de Taradazo, tengo un flashback. Aggh, quiero olvidar, meterme una de esas tabletas que provocan amnesia, hay un montón de cosas en las que no debo pensar pero que la voz de Tardazo evoca en mí...

«¡A ver, a ver, es obligación del gobierno...!»

... ya estoy viajando en otro Uber, es cualquier mañana del Trimestre 24 Invierno, voy pensando «Si U y V ya son profes de tiempo completo definitivo, los 3 llegamos el mismo año a Distrito IV, yo ya era SNII1, y en la actualidad ellos no son SNII2, como yo, ni han impartido alrededor de 100 cursos de licenciatura ni 70 charlas de divulgación, mi “suerte” tiene que cambiar. 

«Disculpe, joven... Marcel es nombre de dama y de caballero, ¿verdad?», el conductor me interrumpe, me regresa a la realidad. Aunque no estoy seguro, le contesto que sí, luego me pregunta si mi nombre tiene algún significado y me dice que a él le gusta saber el significado de los nombres. Me acuerdo de un colega de la Ibero que acabo de conocer, en estos días él también me preguntó algo sobre mi nombre. Le contesto al conductor del Uber que no sé qué significa mi nombre. Aggh. Hacía tanto tiempo que nadie me preguntaba estas cosas, ya tenía un amplio recorrido en Distrito IV, no es exactamente la misma situación aquí en el Uber que en la Ibero, pero en el fondo es normal, estoy empezando de cero, otra vez. Al menos, Taradazo ya se calló, estamos escuchando un comercial y casi llegamos al Interurbano. Ya no quiero seguir pensando por qué me tocó esta suerte, por qué no soy profe indeterminado como U y V, que no son SNII2, pero que si lo fueran estarían recibiendo el estímulo económico del SNII, ahora pienso que “mi suerte” es tal que soy SNII2 y que el gobierno del pueblo decidió retirar el estímulo económico del SNII a quienes trabajamos en una universidad privada, vaya situación, si la presidencia estuviera a cargo de otro partido político tendría alrededor de $500, 000 MXN sólo del SNII.
Aggh, ya no quiero pensar en estas cosas, quisiera meterme una tableta de las que producen amnesia, ¿por qué tengo que seguir picando piedra...?

Me digo a mí mismo que ya tengo un empleo, que ya no estoy enviando solicitudes por aquí y por allá como loco, que acabaron esos meses fatales de incertidumbre, que se fueron por el caño esas noches de insomnio en las que no podía dejar de pensar hasta qué punto seguiría todo igual. También pienso en que este trayecto en Uber es temporal, en que la voz de Taradazo...

«Labregones diría mi abuela»

... también es temporal, en que debo disfrutar el presente, enfocarme en lo que voy a hacer hoy en la universidad, pero es muy difícil, hay algo que me mantiene a punto de mandar todo a volar, aún no me siento yo mismo en la Ibero. 

Me bajo del Uber, son las 9: 27, hay 3 lentas personas en la taquilla del Interurbano, me toca hacer fila, me pongo los audífonos, dan las 9: 34, me subo al tren, ahora sí está lleno, apenas alcancé lugar. No quiero pensar en que la gente es súper irrespetuosa, en que no se dan cuenta de que nadie debería soportar conversaciones a todo volumen, quisiera concentrarme en la clase de hoy, en cómo voy a explicarles a los estudiantes cómo una vesícula cargada con neurotransmisor se fusiona con la membrana plasmática del axón terminal mediante exocitosis , cómo en la membrana presináptica se abren canales de calcio cuando ocurre un potencial de acción..., pero la música mueve algo dentro de mí. La voz de Charly García mueve algo dentro de mí, canta algo sobre una extraña influencia, dice «Si yo fuera otro ser, no lo podría entender...»