miércoles, 31 de julio de 2024

oídos tapados


Tengo los oídos tapados, empiezo a toser, escucho a System of a Down, el cantante dice Desire y yo me siento medio aniquilado, todo lo que como me causa dolor, atraviesa mi garganta, hace que sienta que mi garganta es una herida abierta, el dolor que causan los alimentos es un dolor que no me desagrada del todo, se parece al dolor que provocan las cortaditas de papel en las manos, pero también tengo flemas, ayer eran incoloras, hoy son amarillas, pero sobre todo sentir los oídos tapados es lo que me hace saber qué tan enfermo estoy, todo comenzó el lunes, hacía calor, me llevé unos pantalones que dejan al descubierto los tobillos, me llevé unas calcetas cortas, estuve desde las diez y hasta las cinco en la universidad, tomé un seminario en línea y luego fui a hablar con el responsable de vinculación, quería aclararle algunas cosas de mi actualización de situación ante el SNII, vi a la secretaria académica, fue muy amable, luego trabajé un rato en el cubículo, envié mi solicitud de actualización laboral ante el SNII, llegó la chica que limpia el O011.14 y me salí y parecía un día totalmente distinto, hacía mucho viento y estaba nublado, y me metí a una sala de estudiantes, la puerta estaba abierta, estuve allí apenas cinco minutos, hacía mucho viento, cuando volví a la cubículo y me puse a trabajar otra vez sentí un escozor en la garganta, le di un sorbo a mi té de frambuesa y manzanilla, y empecé a producir mucha saliva, y sentí que tenía mocos atorados en la parte trasera de las fosas nasales, entre la garganta y la nariz, y luego vine a casa y más o menos lidié con las molestias, me tomé un paracetamol y un teraflú, y no pasé una buena noche, estuve con molestias en la garganta, pensando en si daría mi clase de las ocho de la mañana del martes, y me desperté con la molestia en la garganta, y me levanté y me bañé y me fui a la escuela y di mi clase y me sentí un poco mal, me había tomado otro paracetamol, y me quedé medio afónico aunque no hablé demasiado en clase, vi a otra estudiante que quiere hacer su servicio social en la centro neurológico de sueño, me topé con otra estudiante en los pasillos de la universidad, fui a servicios médicos en la universidad, me tomaron la temperatura y la presión, me dijeron que tengo un poco irritada la garganta, me dieron paracetamol y naproxeno sódico, volví a la casa temprano, entre las 12: 30 y las 13: 00, y llovió mucho, y me la pasé durmiendo y leyendo y enviando correos-e, y pasé una noche mejor que la del lunes pero mis flemas están súper verdes y ya empiezo a sentir constantemente la nariz tapada, igual que los oídos. Desde ayer estoy tomando celestamine cada 12 horas y naproxeno sódico con paracetamol cada 8 horas.

sábado, 27 de julio de 2024

Todo es zen

Desde la incomodidad de las náuseas matutinas, echado en este sillón que no tiene ni diez años pero que parece sacado de un basurero, contemplo a Gavin Rossdale. No sé cómo llegué a este video de YouTube. Hace unos minutos veía “e-bow the letter” y luego “Malibu”, y estaba pensando en Michael Stipe –¿en verdad, a principios de los noventa, esparció entre la prensa el rumor de que había contraído VIH y que estaba a punto de morir?–, en cuánto me gusta esa canción de R. E. M., y en que nunca le había puesto demasiada atención al video. También estaba pensando en que el video de “Malibu” fue casi el primer video en el que apareció Courtney Love en MTV después de la muerte de su esposo, y en que, cuando lo vi –¿entre mayo y junio de 1999?–, no dimensioné el contexto de ese video: Courtney Love estaba promocionando el primer álbum de Hole después de la muerte de Cobain... después de la muerte del “grunge” y del “sonido Seattle” y demás etiquetas de esas que ponen los periodistas de rock con poca imaginación. 

Más bien, desde la incomodidad de las náuseas matutinas y del sillón que los gatos han arañado miles de veces, al ver esos videos, me acordé de la huelga de la UNAM de 1999, de la desesperación y de la incertidumbre que asocio a esa huelga que parecía no tener fin. Me acordé de que, entre mayo y junio de 1999, cuando debí de ver por primera vez el video de “Malibu”, empecé a tener episodios de ansiedad y que tuve que ir a un par de consultorios médicos y que los especialistas me dijeron que estaba un poco deprimido, que tenía que hacer ejercicio, salir de mi casa, platicar con otras personas, que tenía dermatitis psicosomática. 

También me acordé del dermatólogo al que visité en la Roma, dos o tres jueves de dos o tres meses, que él me recetó una solución, que una vez al mes tenía que ir a una farmacia de Centro Médico Nacional Siglo XXI a que la prepararan, que me sentaba a leer en un jardín mientras preparaban esa solución en la farmacia, que debía hacerme abluciones todas las noches con esa solución. También me acordé de que en esos meses leía Tiempo Libre y La Divina Comedia y Fausto, y que iba solo a alguno de los teatros del CNA –cuando aún no se llamaba CENART– y que iba solo a ese cine de La Condesa que luego se llamó El Plaza Condesa, y que un día me encontré en Tiempo Libre un anuncio de un taller de creación literaria que impartía un escritor joven en La Pirámide. Me acordé de que me inscribí a ese taller. Que lo tomé cada sábado, de cinco a seis y media de la tarde, durante alrededor de medio año. Que en ese taller conocí a una docena de tipas y tipos con los que fui a varias reuniones y cantinas, y que nos emborrachamos y que pasábamos de Dostoievski a Verlaine, y de Octavio Paz a Elena Garro, y de Alejandra Pizarnik a Jorge Cuesta. Que algunos aborrecían o adoraban “Piedra De Sol”. Que otros veneraban “Muerte Sin Fin”. Que les leía (algo de) lo que escribía. Que escuchaba lo que los demás escribían. Me acordé de que creí que seríamos grandes amigos, que parecía que teníamos tantas cosas en común. Que acabó la huelga y que sólo nos vimos una o dos veces, circunstancialmente, en Ciudad Universitaria. Que fuimos amigos en Facebook por más de diez años, y que, apenas hace un mes, o algo así, eliminé de mis contactos a la mayoría de ellos. Que tuve un momento de claridad: si interactuábamos en Facebook, lo hacíamos porque yo los buscaba. Que ellos, en realidad, nunca estuvieron interesados en fortalecer una amistad. Que unos abandonaron sus intereses literarios y se convirtieron en 'fotógrafos de la cotidianeidad'; que otros publicaron libros de poesía y que se creyeron que eran inalcanzables; que otras se radicalizaron, por sus propias historias de vida, y, que, aun cuando, desde el 2006 y hasta el 2012, visitaban uno de mis blogs constantemente, cambiaron tanto, que, en sus muros de Facebook, después de la pandemia, desconocieron estar enteradas de que escribo; que otras se casaron y que dejaron de ir al Chopo a embriagarse y a inhalar estimulantes del sistema nervioso central. Que ahora, por mi propio bienestar, casi todos ellos están muertos para mí. 

Y también recuerdo que, mientras Eric Erlandson, Melissa Auf der Maur y Deen Castronovo –la baterista que recién había sustituido a Patty Schemel, la baterista de los dos primeros álbumes de Hole, y que, incluso, había grabado todas las baterías de Celebrity Skin–, acompañaban a la viuda de Cobain por la playa, tuve un insight: ¿Courtney y su banda, en cierta forma, reflejan, en ese video, el tipo de música que habría compuesto Nirvana en 1999, de haber seguido vivo Cobain...?  

Le doy un sorbo al sucralfato, y me acomodo en el sillón. No quiero pensar en que tengo náuseas porque tengo una condición y no puedo comer lo que come la mayoría de la gente. Ni siquiera puedo hacerlo una vez al mes porque me siento fatal durante dos o tres días. No sabes lo horrible que es tener que comer, más o menos, siempre las mismas cosas.

En fin. El video en el que contemplo a Gavin Rossdale es el video #22 de una serie de colaboraciones para Guitar World, un canal de guitarristas.

El cantante de Bush nos enseña cómo tocar “Everything Zen”, la primera canción de Sixteen Stone, el álbum debut de la banda británica, estrenado en enero de 1994. Antes que nada, Rossdale nos dice que es una canción muy sencilla, que tiene tan sólo tres partes, pocos acordes, y también nos conmina a quedarnos en casa y a cuidarnos. (Reparo en que este video tiene la fecha del 22 de abril del 2020, cuando estábamos en la pandemia.) Luego, nos muestra su Jazzmaster '67. Tiene algunas partes muy deterioradas, sobre todo cerca del mástil, y es morada y la pintura tiene “chispas”, como la guitarra signature de J. Mascis, y Rossdale nos dice que con esa Jazzmaster grabó la mayoría de las canciones de Sixteen Stone

De pronto, tengo otro insight: ya había visto este video. Ocurrió hace como dos o tres años. No lo encontré, como ahora, por accidente y en YouTube, sino en Facebook. Un domingo, después de salir a correr, escribí algo en uno de mis blogs y lo que escribí hizo que me acordara de mi primer semestre en la Facultad de Psicología, de que entonces “Bonedriven” y “Greedy Fly” sonaban mucho por la radio. Que esas dos canciones me gustaban mucho y que nunca se me había ocurrido aprender a tocarlas. Que busqué un tutorial para aprender a tocarlas. Que quién sabe cómo di con este mismo video de Guitar World, pero estoy muy seguro de que tomé una de mis guitarras y que empecé a seguir las instrucciones de Gavin Rossdale, y que “Everything Zen” me pareció una canción 'muy rocker'. 

Seguramente, entonces, me pareció una canción tan fácil de tocar que me aburrió y dejé de practicarla. Los acordes que nos enseña a tocar Gavin Rossdale no me resultan nada familiares.

Ahora, mientras el sabor del sucralfato permanece en mis papilas gustativas y mientras las náuseas matutinas van abandonando mi cuerpo y mi mente, me pregunto cuándo escribiré 'naturalmente' algo sobre la pandemia –¿es éste el momento?–, sobre mis experiencias de veintitantas horas a la semana de clases y de juntas por Zoom, sobre mi paranoia para salir a caminar cerca de la casa durante la pandemia, sobre cómo la pandemia –el encierro, ver y no ver, por Zoom, a un montón de colegas y estudiantes, todos los días, al mismo tiempo; y tener, paradójicamente, un empleo seguro por los siguientes doce meses–, repercutió en mi salud, se manifestó primero en mi sedentarismo y en mis hábitos alimenticios de comida chatarra, y luego en mi mal humor y en mi vista borrosa y en la hiperglucemia en ayuno –¡casi 200 mg/dl de sangre–, y tampoco sé cuándo comenzaré a escribir 'naturalmente' sobre los síntomas que me provocaron las vacunas Cansino, en 'la primera parte de la pandemia', cuando todas las actividades eran virtuales, y Moderna, en 'la segunda parte de la pandemia', cuando habíamos vuelto a clases semipresenciales en la universidad.

Tampoco sé cuándo comenzaré a escribir 'naturalmente' sobre mi experiencia en esa escuela primaria en la que recibí las vacunas de Cansino y de Moderna, en donde me topé con varios colegas, a quienes logré identificar a pesar de las mascarillas. 

De todo lo anterior, sólo sé que, cuando recibí mi segundo refuerzo –la vacuna de Moderna–, me sentí muy mal. Que entonces impartía una clase de Sensopercepción para casi cincuenta estudiantes, que no pude dar clase ese día y que luego de haber recibido la vacuna volví a la casa en Uber y que me acosté en la cama y que encendí la tele y que puse un concierto de Bush. Que pedí una Big Mac por teléfono y que me sentí muy mal. Que tuve síntomas de fiebre y de gripa, que duraron apenas un día. 

No sé por qué me cuesta tanto escribir sobre lo que realmente me importa.

domingo, 14 de julio de 2024

168 mg/dl de sangre


Terminan las vacaciones, desperté de un par de sueños más o menos aterradores, uno de ellos lo he olvidado por completo, en el otro una chica que era idéntica a Jimena Sánchez tomaba una clase que yo impartía, el aula estaba llena de estudiantes, y empezaba a insinuar que yo no sabía nada y me hablaba con un tono desafiante y yo le preguntaba si estaba preguntándome algo o confirmando lo que yo había dicho, y estaba segurísima de que yo no sabía nada y trataba de hacer una dinámica y ella alzaba la voz cada vez más y más y cada vez imitaba de modo burlón mi voz, y los estudiantes le aplaudían y una estudiante se me acercaba y yo me sentía frustrado y la estudiante me decía que mejor dejara morir el asunto por la paz y tenía que rendirme y en realidad no había pasado nada, excepto que la chica que se parecía a Jimena Sánchez quería tener la razón y tenía un montón de seguidores, algunos de ellos eran estudiantes que sí conozco en la realidad; y ya recordé el otro sueño, y tengo un poco de náuseas y de hambre, me medí la glucosa –168 mg/dl de sangre–, y Gatusso estaba sentado en mis piernas y apenas me dejaba escribir, pero, en fin, en el otro sueño, estaba con uno de mis hermanos, y platicábamos sobre un disco de Beck en el que Mark Lanegan había escrito algunas canciones, y que, al parecer, era más un disco de Mark Lanegan que de Beck.

Hoy juegan las selecciones de España y de Inglaterra la final de la Eurocopa, y yo nada más he visto un par de partidos, todos los pasaron por Sky, pero me acuerdo de la Euro de 1996, cuando estaba terminando el segundo año de prepa y tenía vacaciones y todos los partidos de la Euro los pasaban por tele abierta y veía siempre uno por la mañana, cuando todos se iban a sus trabajos o a su escuela en la casa, y luego veía otro cuando mis hermanos y mi mamá volvían a la casa, y entre unas cosas y otras salía a la tienda y me compraba un cassette y luego me encerraba en mi recámara y me ponía a escuchar discos compactos y a grabar los cassettes con las canciones que me gustaban, esos cassettes siempre los escuchaba en mi walkman todos los días, de ida a la escuela y de vuelta a la casa, y ya no recuerdo si en esas vacaciones fuimos a Cuernavaca, a aquel hotel en el que el agua de las albercas estaba helada, o si fuimos a aquel otro hotel que tenía una alberca climatizada, en ese lugar en el que se supone que habían ocurrido muchos avistamientos de ovnis, cuando había descubierto apenas el track oculto de mi disco compacto de In Utero, y lo escuchábamos día y noche en su grabadora –Gallons of rubbing alcohol flow through the strip–, pero lo que sí recuerdo es que pude ver un montón de partidos de la Euro, que la selección de Croacia tenía un súper equipo, y que en la atmósfera de cada partido había todo lo que luego descubrí en las novelas y relatos de Irvine Welsh, incluso se percibía cómo las bandas brit pop sepultaban a Nirvana y compañía, y todo esto es muy tonto, mejor salgo a correr, y luego profundizo en este tema, estoy despierto desde las seis y media y ya pasó una hora.

martes, 9 de julio de 2024

trato de desentenderme


Completo mi primer kilómetro. La voz de la mujer de la aplicación dice «Interrumpiendo entrenamiento», con su tranquilidad y con su claridad y con su tono inconfundible e imperturbable, y no quiero pensar en quién diablos es esa mujer que prestó su voz para que todos los que usamos la Nike Run Club App, la escuchemos. Tampoco quiero pensar en si le pagan un salario justo, ni tampoco quiero pensar si una inteligencia artificial está lucrando con su voz, como les ocurre a las personas que se dedican al doblaje. Tampoco quiero pensar en que, en caso de que estén lucrando con su voz sin darle un sueldo justo, yo estoy contribuyendo cada vez que salgo a correr y uso esta aplicación.

Completo mi primer kilómetro, la aplicación dice “Interrumpiendo entrenamiento” y van transcurriendo estos pensamientos, y “Unbelievable” –la fabulosa canción de EMF, la banda británica de rock y dance alternativo–, pasa a segundo término, así como pasan a segundo término todos los recuerdos que iban llegando a mi mente cuando escuchaba esta canción y me acercaba al primer kilómetro. Tenía tantos años que no escuchaba a EMF. Hace unos días, alguien puso el video de “Unbelievable” en su muro de Facebook y pasé por ahí y me acordé de lo mucho que me gusta esta canción y apenas hoy por la mañana la agregué a la playlist que escucho cuando corro. 

A la par de todo lo anterior, trato de desentenderme de ti, que me habías dicho en la escuela que querías invitarme el siguiente sábado a comer a un McDonald's, pero que irían también tus papás, cuando tú y yo estábamos en la secundaria y cuando los McDonald's no eran tan comunes, cuando tú y yo teníamos una relación tensa, que iba del interés a la indiferencia, cuando tú y yo no teníamos muchas cosas en común, tú estabas enloquecida por los New Kids On The Block, yo estaba enloquecido por la cercanía del mundial de futbol en Estados Unidos.

Trato de desentenderme de los recuerdos a los cuales me remonta esta canción, trato de desentenderme de ti, que me habías dicho el viernes en la escuela que querías invitarme al día siguiente a comer a un McDonald's, que ese viernes volví a la casa, quería salir contigo pero nada más contigo, no quería estar con tus papás, no tenía ni catorce años, no me gustaba hablar con adultos, no quería sentirme vigilado por tus papás, no quería que estropearan lo que yo sentía cuando te veía en la escuela.

Trato de desentenderme de ti, de que ese viernes, al volver a la casa, me senté frente al televisor y que lo encendí y que en un programa del canal 11 había una banda de chicos con ropas muy extravagantes, cantando esta canción que pasa a segundo término cuando la aplicación, además de decirme que acabo de completar mi primer kilómetro, me dice que completé mi primer kilómetro en casi seis minutos.