viernes, 7 de abril de 2023
no quiero escribir sobre esto, pero terminaré escribiendo sobre esto
jueves, 6 de abril de 2023
y entonces, ¿quién le puso la inyección a tu hermana?
martes, 4 de abril de 2023
16: 53
Escribe sobre las cosas que tengas a tu alcance, entra en la zona con esas cosas que tengas a tu alcance, y no te detengas hasta que hayas cerrado la idea que te puso a escribir: ya después, puedes volver a leer lo que escribiste, y volverlo a escribir.
qué horrible
Qué horrible es vivir una vida de viejo, como si estuvieras aburrido de vivir mil años y tuvieras que llenar tu vida con millones de rutinas ridículas. Qué horrible es recaer y volver a fumar después de cinco años de abstinencia. Qué horrible es estar con la incertidumbre.
lunes, 3 de abril de 2023
escribe a oscuras
domingo, 2 de abril de 2023
evita el exceso
Los pájaros trinan por ahí. Su música se cuela en tus canales auditivos y genera potenciales de acción en los cilios de tus oídos internos, y estas señales eléctricas –fabulosamente transducidas, del aire, en un lenguaje que electroquímico entienden las neuronas, a partir de vibraciones de aire, con sus crestas y sus valles–, llegan a la corteza cerebral; otras ideas vagas, que son un insight y un estímulo que Proust y que los libros de psicología que hablan sobre el fenómeno Proust, envidiarían, y que podrían adoptar una forma concreta –en un párrafo, o en una oración– y abarcar doscientas páginas, sin respiro, casi como un chapuzón en el océano de las letras, saltan de tu cerebro a la pantalla de la computadora.
Estás poseído, estás vehemente, estás un poco ebrio y tu corteza prefrontal está enferma: tu mente escribe más rápido que tus dedos, pero esas ideas, que pasan por tus dedos índices –por tus torpes dedos índices: quién sabe cómo aprendieron a suturar y a hacer cirugías estereotáxicas y a fabricar diminutos electrodos que implantaste en el cráneo de doscientos millones de ratas, hace miles de años–, chocan contra la tecla incorrecta –la apraxia del habla que te persigue, hace de las suyas–, y que te hacen regresar a la palabra mal escrita que es un obstáculo que te va alejando de la idea que salta de tu cerebro; unos perros famélicos ladran a los lejos, unos niños gritan en el fraccionamiento que colinda con el patio de tu casa y tienen voces de niños pero dicen groserías como standuperos que llegan a millones de personas, y el motor de un automóvil zumba a lo lejos como una abeja que busca saciar su sed de polen en el pequeño jardín que tu esposa ha cultivado y en donde sueles salir a tomar al el sol y a leer o a estudiar, o a escribir o a tomarte un Jack Daniel's con Coca-Cola.
Acabas de leer una novela de Bukowski y piensas que la mayoría de la gente no ha leído su obra, y que él era un misógino y que, sin embargo, también adoraba a las mujeres, y que tuvo una vida difícil y que tuvo trabajos difíciles, y que escribía cosas contundentes que ningún escritor de escuela jamás podrá escribir en su vida; y te sientes inspirado a escribir, y caes en la cuenta de que, al igual que Bukowski, adoras a las mujeres, que nunca podrías escribir nada si no estuviera relacionado con alguna mujer: tu esposa, en primera instancia; tu esposa, antes de que fuera tu esposa; algún amor platónico de la juventud; alguna cantante pop de tu infancia; alguna actriz de tu adolescencia...
Y también piensas en que, al igual que Bukowski, necesitas escribir, y que tienes que escribir sobre lo que está dándote vueltas en la cabeza, como una jaqueca, como un tumor, como una punzada, como una canción; sobre lo que está capturando tu atención: un dolor de estómago, un picor en la nariz o en la garganta; una piedrita en los zapatos... Que no puedes escribir, a destajo: que no puedes escribir por compromiso, que no puedes escribir para satisfacer a nadie; que ni siquiera puedes escribir para satisfacerte a ti mismo: que tienes que escribir, de principio a fin: que no puedes comenzar a escribir algo y luego abandonarlo: que nunca podrás retomar y sentirte satisfecho cuando retomes algo que comenzaste a escribir y que, por una u otra razón –el cansancio, otras responsabilidades, la vergüenza de haber escrito algo que no comunica lo que quieres comunicar, y que no lo comunica como quieres comunicarlo...
Te fumas un cigarrillo, inhalas y exhalas profundamente y adivinas que mañana te costará más trabajo correr 5 ó 6 kilómetros debajo de los 5 minutos por kilómetro, o que pasado mañana te costará más trabajo permanecer debajo del agua, nadando y conteniendo la respiración, y el futuro te decepciona y entonces, para distraer tu foco de atención, mientras continúas fumándote un cigarrillo, pones en la computadora una canción de los Queens Of The Stone Age a todo volumen –para acallar tus pensamientos y el trinar de los pájaros y los gritos standuperos de los niños del fraccionamiento contiguo– y te sientes un perdedor, te acuerdas cuando fumabas varias cajetillas de cigarrillos al día, cuando fumabas en ayuno, cuando te costaba trabajo subir tres pisos en escaleras, cuando tenías resaca de tabaco: en mayo ibas a cumplir 5 años si fumar, pero te fumaste algunos cigarrillos en diciembre, antes de que Messi ganara su primera Copa del Mundo, y te has fumado algunos cigarrillos en marzo y has reconocido que el tabaquismo –y cualquier adicción– nunca te abandona: más bien, puedes estar en abstinencia, cierto tiempo... incluso años... y te parece ridículo cuando los expertos en adicciones, en el mundo académico, hablan sobre el tema sin haber lidiado, personalmente, si quiera, con adicción a la Coca-Cola.
Y te suenas la nariz, como un heroinómano, pero eres virgen ese tema.
sábado, 1 de abril de 2023
Lichi Smoothie
Me siento electrizado por tu belleza, por tus ojos del color del Mar Caribe, por tu sonrisa que es un puñetazo en el estómago, por el contacto suave, quemante y refrescante de tus manos con las mías; por tu cabellera rizada que vuela en forma de carrusel a mi alrededor y que me hace sentir embelesado, como si estuviera en un sueño sin fin, atrapado por el efecto Proust de un perfume, pero soy un hombre horrible.
Estamos en Gong Cha por primera vez en nuestras vidas, y la gente en Town Square –principalmente, adolescentes que van en grupo o en pareja–, revisan el menú o conversan en alguna mesa, y yo no puedo dejar de pensar en la mujer que tropezó conmigo a la salida de los baños, antes de que subiéramos a Gong Cha.
Te juro que estaba pensando en ti, en tus ojos, en tu sonrisa, en tu piel, en tu cabellera... en lo afortunado que soy por estar contigo y en que tú me soportes... pero ella –la mujer– y yo nos topamos a la salida del baño, chocamos, nuestros pechos entraron en contacto –ella traía una blusa súper escotada–, y me avergoncé y me disculpé y ella me dijo que no había problema, y me sonrío, y me dijo que le parecía familiar, y yo le dije que no recordaba haberla visto nunca en mi vida, y ella volvió a sonreír y yo supe que se trataba de una artimaña, que nunca me había visto, y me pasó una mano en un hombro, y luego volvió a sonreír y anotó su número en un post it y me dijo que la llamara... y desapareció.