soñar que es el fin del mundo
moverse en la cama
con el alma molida
con el corazón incendiado
con el cerebro y sus cortocircuitos
y su consciencia llena de culpa
que es un diluvio de imágenes borrosas
tener un deseo incontrolable de agua
tan incontrolable como la inercia
la caída en el abismo del Jack Daniel's
y un poco de refresco de cola
o dos o tres cervezas y más y más whiskey
y saber que no será la última vez
que te sentirás al borde de la muerte
que las arcadas te carcomerán los pensamientos
que tendrás dificultades para respirar
que te pondrás ansioso
que estarás en el limbo durante un día o dos
que no podrás dormir
que no estarás completamente despierto
y saber lo que sabes
lo que siempre dices en aula
que el consumo dañino
de cualquier sustancia
está en la antesala de la dependencia
y recordar otras noches horribles
otros despertares del infierno
otros sueños cortados con cuchillo
otras pesadillas de la deshidratación
y escuchar el zumbido de la resaca
taladrar tus oídos segundo a segundo
diciéndote que no lo vuelvas a hacer
pidiéndote que te tomes una botella con agua
que olvides cómo vas desvaneciéndote
conforme el alcohol pasa de tu boca
a tu esófago y luego a tu estómago
y de ahí a la sangre y al cerebro
y apaga tu juicio y nubla tu razón
y suena incesacentemente
“Far Behind” o “Dead Moon”
y todo es oscuridad y noche
y tu alma es un calabozo
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