Una bandada de aves con un montón de nombres desconocidos que jamás voy a aprenderme, pían o chillan o cantan en lo alto de los árboles, mientras el sol va asomándose por el horizonte –¿acaso el horizonte es la ventana del cielo?–, pero todavía se siente la brisa de la madrugada y se me mete entre los poros y me cala los huesos como una cubetada de agua fría, y me da escalofríos y me saca del sopor zombie con el que deambulo más o menos desde las 3 de la mañana.
Estoy despierto desde las 5 am de ayer y estamos esperando un Uber en el estacionamiento de Plaza Sendero. Katz y yo salimos de aquí ayer a las 7 am y llegamos a la CDMX –al hotel Bel Air Unique– a las 8: 30. Estuvimos en el Sleep Fest 2023 desde esa hora y hasta las 18:00. Di una plática a las 11: 00 y estuve a cargo de un stand de Neurociencias, me apoyaron una docena de estudiantes de la universidad en la que trabajo –todos asistieron voluntariamente y fueron muy entusiastas– y asistí a varias pláticas.
Después del evento, hubo una pequeña reunión y luego una cena. La cena terminó a la una de la mañana. Los sobrevivientes nos quedamos hasta las 2 am. Después de romper mi abstinencia de 5 años –y mi recaída de hace 3 meses–, me fumé un par de cigarrillos, y después de despedirnos de todos y después de conversar con personas a las que probablemente nunca les hablaré cuando esté sobrio, Katz y yo nos subimos a un Uber afuera del hotel Bel Air Unique –no había habitaciones disponibles– y buscamos un hotel dónde hospedarnos y Katz creyó encontrar uno en Patriotismo y nos fuimos a ese hotel en Patriotismo y cuando llegamos el hotel no tenía habitaciones disponibles. Nos compramos unos Lucky Strike en un un Oxxo –el vendedor levantó brevemente la manta negra que cubría todos los productos de tabaco– y nos fumamos uno cada quien, a la intemperie, mientras buscábamos otros hoteles en los teléfonos celulares y yo tenía muchas ganas de orinar. Al cabo de un par de llamadas, Katz no encontró habitaciones disponibles en ningún hotel. Toda la semana estuve pensando en reservar una habitación, pero me convencí de no quedarme más que a la cena y volver a San Mateo antes de las 10 de la noche.
Fue una estupidez. Además del Sleep Fest, el sábado hubo convención de la MOLE en el WTC –estuvieron Gabriel Chávez, Ron Perlman y Tenoch Huerta, entre otros, y lo sé porque Tenoch Huerta cobró entre $800 y $1, 600 MXN por una foto y un autógrafo, y se volvió noticia en redes sociales–, el Vive Latino en el Foro Sol y un Festival de apoyo al presidente de México, en el Zócalo. Además, el lunes, no hay labores en la mayoría de los trabajos.
Procuro no pensar en lo cansado que estoy, en lo estúpido que fui por no reservar una habitación con anticipación, en creer que no me quedaría conviviendo hasta el final de la cena, y me enfoco en el ruido que hacen los pájaros. El ruido me remonta a unas vacaciones de verano, cuando yo iba de entrar a la universidad y mi papá nos llevó a mi mamá, a mis hermanos y a mí a un hotel en Cuernavaca y yo me levanté temprano y me salí de la habitación y caminé por ahí, sin ninguna presión, totalmente descansado, mientras me acompañaban los ruidos de las aves que estaban apostadas en lo alto de algún árbol.
Sin embargo, el contraste de este momento –el resumen de las últimas horas– y de las vacaciones, es radical: a las 3 30 am estuvimos afuera de un hotel en Patriotismo, a las 4 30 am estuvimos desayunando en un restaurante en El Centro, a las 6 am estábamos tomando un camión en la Terminal de Observatorio, y ahora Katz y yo estamos a diez minutos de la casa, esperando un Uber, y, para mí, nuestra casa y la cama en la que dormimos, son la Tierra Prometida.
Voy a cumplir casi 12 horas despierto, y es paradójico, porque ayer se celebró el Día Mundial del Sueño y no he dormido. Mientras el Uber llega, los párpados se me cierran, me recuerdo llevándome una cucharada con chilaquiles verdes a la boca en La Popular, tratando de no quedarme dormido en el Uber hacia el Centro Histórico, me recuerdo cantando “Amante Bandido” en un karaoke, tratando de no quedarme dormido en el Uber hacia la Terminal Poniente, me recuerdo rompiendo mi abstinencia de tabaco afuera del hotel Bel Air y escuchando una versión de corrido de “Creep” de Radiohead...
Sólo quiero llegar a la casa, quitarme la ropa de civil, ponerme la pijama, cepillarme los dientes, lavarme la cara y tumbarme en la cama. Probablemente iré olvidando los detalles de este largo día, pero estuvo genial. Nunca había pasado una madrugada en la calle.
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