estas dos últimas semanas han sido inciertas, frustrantes, extrañas y devastadoras. desde el 30 de septiembre, “me cortaron las piernas” en la universidad, más o menos como a Maradona la FIFA le “cortó las piernas” en el mundial de 1994, cuando dio positivo a sustancias prohibidas en la prueba de antidopaje después del último partido de la fase de grupos entre las selecciones de Nigeria y de Argentina, en el estadio de Boston.
no me metí sustancias ilícitas ni di positivo a una prueba antidopaje, pero, más o menos, me pusieron una trampa, me cerraron las puertas: la universidad decidió prescindir de mis servicios (más o menos; medio me plantearon continuar trabajando sin percibir un sueldo: continuar como director de tesis de tres estudiantes de licenciatura y continuar escribiendo minutas e informes financieros de un proyecto de investigación en el que soy colaborador; y claramente me impidieron concursar por una evaluación curricular para tener otro contrato de tres meses).
las primeras dos semanas de octubre me la pasé relajado, confiado, disfrutando mi tiempo libre, leyendo, escribiendo, tocando la guitarra y echándome unos tragos. por ahí, en esos días, surgió una oportunidad inesperada para incorporarme a otra universidad, y todo parecía marchar en orden. fui a la universidad, la conocí, entregué mis documentos y realicé los trámites que me solicitaron. mi expectativa era que encontraría trabajo casi de inmediato, que ya estaría en otra universidad en noviembre y que solamente en octubre tendría vacaciones forzadas.
sin embargo, en las últimas dos semanas, nadie de esa universidad me contestó correos-e, ni se puso en contacto conmigo. cuando entregué mis papeles, en la semana del 12 de octubre, me dijeron que en las últimas dos semanas de octubre se pondrían en contacto conmigo, pero ya estamos a 3 de noviembre y no ha pasado nada. he enviado otros correos –el 10 y el 17 de octubre, y hoy– a la persona que supuestamente se pondría en contacto conmigo. son las ocho de la noche y sigo sin recibir respuesta.
honestamente, dudo mucho que ocurra, que me respondan.
no quisiera ser pesimista, pero no dejo de pensar en que hay dos alternativas: 1) no se comunicarán conmigo (por omisión, me harán saber que esta oportunidad de trabajo no se concretó) y 2) se comunicarán conmigo para decirme esa especie de eslógan que ha estado presente (aunque no con tanta frecuencia, sí me ha marcado) en mi vida académica: “dr. pérez, lamentamos informarle..., pero lo invitamos a seguir al pendiente de nuestras convocatorias.”
más o menos desde la segunda semana de octubre he estado buscando (sin mucha insistencia) un trabajo remunerado (sobran ofertas para trabajar por “amor al arte” y no quiero encontrar un trabajo nada más para percibir un sueldo). me tomé dos semanas de receso. quería disfrutar mi tiempo, ponerme a leer, a escribir, a tocar la guitarra, a tomar alcohol... a partir de entonces he contactado a la gente que conozco desde que entré a esta carrera (¡hace casi 20 años!) y les he planteado mi situación, que las autoridades de la escuela en la que trabajé durante los últimos 4 años tuvieron otras prioridades y que prescindieron de mis servicios.
no lo detallé, pero esta situación me parece injusta. viéndolo bien, creo que hasta era un mal necesario salir de esa universidad: por no mencionar que tengo el perfil ideal para trabajar en esa universidad y que ninguno de los profesores con plaza indeterminada del departamento al que pertenece la licenciatura en la que impartí clases tiene mi perfil, hice mil cosas, resolví mil problemas, estuve en mil comisiones, consorcios y consejos editoriales, y, en general, no me dieron el crédito que merecía.
para ilustrar un poco mi punto, me tocó una huelga de tres meses en la que trabajé viviendo de mis ahorros, durante la pandemia trabajé más de 10 horas al día y durante los últimos seis meses ni siquiera tuve un cubículo dónde dejar mis cosas o las autoridades me asignaron un espacio en el que ocasionalmente había personal administrativo que me miraba como si fuera un bicho extraño, a pesar de que tengo posdoctorado y de que soy investigador nacional nivel I y de que imparto clases de licenciatura desde el 2005.
mis contactos me han dicho que puede abrirse tal o cual oportunidad de trabajo temporal (es lo que hay: contratos de 3 meses o, si tienes mucha suerte, de 3 años), pero tampoco han sido oportunidades concretas.
las plazas indeterminadas escasean. desde mi punto de vista (casi 20 años de experiencia), “misteriosamente”, esas escasas plazas indeterminadas existentes acaban recibiéndolas personas que tienen un CV peor que el mío.
en fin, me duele el estómago, la comida me cayó mal, la metformina me ha vaciado el alma, el teléfono no suena, como en esta canción de The Cure que estoy escuchando, y no creo que suene.
estoy en el desamparo total. quisiera pensar en que, tarde o temprano, las circunstancias cambiarán a mi favor. quisiera pensar como Carrère: en que a veces estamos en yin y que a veces estamos en yang (o, ¿acaso, no será que siempre he estado en yin o que siempre he estado en yang?), pero no puedo dejar de preguntarme si se abrirán algunas puertas para mí; si, en algún punto, las circunstancias me favorecerán, como les han favorecido a otros colegas; si llegará una oportunidad de trabajo definitiva sin que yo esté buscándola; si me hartaré de esta incertidumbre (es la única constante en mi carrera) y no tendré otra opción más que renunciar a esta carrera de casi 20 años que me apasiona y que disfruto tanto y que me ha dado muchas satisfacciones y reconocimientos y desafíos.
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