son las 8: 29. el lunes volvemos a la presencialidad en la universidad, y eso está muy bien. me encanta mi trabajo. aunque los medios masivos de comunicación —siempre serviles a los intereses de los zares del papel higiénico y de los dueños de las televisoras, digan lo contrario—, la docencia y la investigación durante la pandemia nunca han parado. De hecho, se ha multiplicado el trabajo porque cada cosa ha tenido que sostenerse con el doble o triple de inversión de tiempo y de trabajo. Los proveedores de equipos de investigación, por ejemplo, que de por sí son lentos, demoraron el doble o triple de tiempo en trámites y en entregas; recibimos capacitaciones de varios días para aprender a optimizar TICs. Algunos alumnos no siempre fueron responsables, comprometidos, entusiastas y honestos, ni le sacaron provecho a las TICs, pero sí tergiversaron las TICs a su conveniencia para deslindarse de su fracaso académico (si no estudias ni haces tareas ni exámenes, ¿cómo vas a aprobar?) y culparon a los docentes y obtuvieron el apoyo de la opinión pública (que quizá, al igual que ellos, odia estudiar pero que siempre debe externar su opinión desinformada).
Ojalá que los Javier Alatorre del país tuvieran la experiencia in situ de una semana de trabajo en la universidad e hicieran un reportaje; que incluyeran el tiempo invertido en la preparación de 12 hrs de clase frente a grupo para 3 materias distintas, para 100 estudiantes, por semana y por docente (no damos la misma clase todo el trimestre/semestre; no siempre todos los estudiantes llegan con la mejor disposición; no siempre podemos ligar un tema con la serie de TV que “le vuela la cabeza al mundo”, o con la vida de nuestros sobrinos que ya dieron sus primeros pasos, ni hacer bromas; algunos temas son más difíciles y aburridos que otros, pero esenciales); que incluyeran los trámites administrativos y las trabas burocráticas que hay detrás del mantenimiento de un proyecto de investigación, con todo y sus documentos kilómetricos con términos legales ilegibles (estas actividades son tediosas como las declaraciones de impuestos), por citar algunas cosas.
Ojalá que el regreso a la presencialidad no fuera una consigna política.
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