Odio un poco no tener la libertad de levantarme simplemente porque ya es hora de levantarme (no porque las ganas de orinar me obliguen a levantarme y tenga que permanecer esclavizado frente a la taza del baño durante un par de minutos que parecen una eternidad), odio tener que levantarme porque las ganas de orinar son insistentes y quiebran mis sueños de cristal cortado, odio tener que ponerme mil cosas abrigadoras encima para lidiar con el frío (¿a qué hora se levanta la gente que ama el frío?, ¿a esas personas les gusta pasarse varios minutos que parecen una eternidad poniéndose ropa abrigadora para tan solo ir al baño?), odio estar en esta inercia día tras día y no hacer otra cosa más que estas cosas que cualquier persona podría hacer a cualquier hora del día.
viernes, 9 de diciembre de 2022
el tiempo se va en cosas inútiles
Se juntan los correos-e en la bandeja de entrada, las notificaciones hacen un ruidito que me distrae, no lo soporto, me involucran en un ajetreo inútil que me abre los ojos a la realidad en la que el tiempo se va en cosas inútiles, apenas tomo unos segundos para tratar de poner en la libreta alguna de las ideas que han estado dándome vueltas en la cabeza desde que las ganas de orinar me levantaron de la cama, pero las ideas ya están escondidas en el fondo de todo, en el fondo de la vida adulta, ya se están borrando como tus huellas en la arena, ya se están borrando como ese sueño que soñaste antes del alba y que quedó plasmado en un haikú, y lo único que recuerdo son todas las actividades que he tenido que hacer desde que me levanté de la cama, y lo único que siento es frustración: ¿por qué no puedo tener estas ideas en cualquier otra hora del día, cuando tenga tiempo para sentarme a escribir...?, ¿por qué sólo tengo estas ideas cuando me levanto de la cama y tengo que obedecer a mi vejiga y transcurrir frente al wáter dos minutos que parecen una eternidad, o cuando tengo que estar sirviéndoles comida blanda a los gatos que no han dejado de maullar desde que me levanté de la cama y buscar sus platos y llevarles el desayuno a la cama, o cuando tengo que estar cambiándoles el agua a los gatos y luego lavando trastes y luchando contra la alergia estacional que me ataca siempre que hace frío, o cuando tengo que hincarme varias veces y barrer y trapear para cambiarles la arena a los gatos, o cuando tengo que lavar más trastes –los trastes nunca se acaban–, o cuando, en el primer minuto del día, tengo que medirme la glucosa, pincharme un dedo –sentir la comida atorada en la garganta porque tuve una cena muy pesada–, hacer el sacrificio de sangre, y anotar mi glucosa en ayuno....?
Todo lo que lees aquí, lo escribo yo.
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