me la bebo rápidamente, como si se tratara de la última hard seltzer disponible en el mundo, como si se tratara de tu cuerpo de alcohol incendiándose en las lagunas psicóticas de mis labios de Korsakoff, como si se tratara de un cuerpo celeste en la oscuridad de mis manos y de mi mente achicharradas por la paranoia, como si se tratara de un tranquilizante para mi pequeña mortalidad que se estresa porque pasa una mosca y se posa a centímetros del vaso de vidrio y amenaza con ahogarse en alcohol, como si se tratara de un combustible que perturba mis sentidos y que me hace levitar entre el resto de los mortales que tienen preocupaciones mucho más graves que las mías.
me la bebo rápidamente pensando en ti, como si no se tratara de alcohol recorriendo mi sistema nervioso central, sino como si se tratara de tu saliva recorriendo mis corpúsculos de Krause –una de las protagonistas de Las partículas elementales le dedica todo un capítulo a estos órganos sensoriales y al sexo, y la idea ha estado dándome vueltas en la cabeza–, como si se tratara de tu voz que abre las grietas de mis oídos derrumbados cuando te carcajeas y me miras con tu mirada fulminante de aguja, cuando tu mirada de intravenosa con el ceño altivo es una cortada de papel y entonces los dos sabemos, durante unas milésimas de segundo, que es un camino sin retorno, una caída libre, que no hay vuelta atrás, y que vamos a perder la razón.
me la bebo rápidamente y quiero que sus efectos me transporten a esta tarde, cuando llegaste a mi casa después de ir al súper y me trajiste la caja de Helix que te había encargado por Whats, cuando bajé la caja del Uber y estuve a unos centímetros de ti y aspiré tu aroma y sentí tus caderas confundiéndose con tu cabellera azabache, cuando te inclinaste a recoger una botella de agua que estaba tirada debajo del asiento del copiloto y vi tu silueta en todo su esplendor y sentí que sería muy fácil convencerte de cualquier cosa, de pasar a mi casa e invitarte a tomar y luego conversar y emborracharnos y luego perder la razón juntos.
me la bebo rápidamente y recuerdo que nos despedimos con un beso tuyo muy intenso en mi mejilla izquierda y con un abrazo muy cálido mío alrededor de tu espalda y cintura, y que diste media vuelta y que caminaste hacia tu casa y que no pude dejar de mirar cómo se te marcaban las caderas debajo de esos ajustados jeans blancos que llevabas puestos, y recuerdo la vaguedad de tu lencería, de tus bragas de corte francés con encaje, transparentándose a través de esos ajustados jeans blancos, como si se hubieran tratado de una cicatriz que me daba curiosidad y que quería abrirme y mordisquear como un adolescente que descubre a mujeres semidesnudas en un ejemplar de Interviú, y recuerdo que me quedé estupefacto viéndote caminar de ese modo tan espontáneo que te caracteriza y que me sentí culpable, enfermo, ebrio y sediento y hambriento de ti, y que tuve pensamientos inapropiados, y que me sentí como si estuviera en un síndrome de abstinencia, pero volví a la realidad al cerrar la puerta de la casa.
me la bebo rápidamente y estoy sentado en el sillón y abrí una lata de Helix y escancié su contenido en un vaso de vidrio y trasegué su contenido varias veces ya, y le pedí a Alexa que pusiera a Sweet 75 y escuché a Yva Las Vegas y a Krist Novoselic varias veces ya, y viajé a 1994 varias veces ya, e imaginé a Krist Novoselic reponiéndose de la muerte de Kurt Cobain, intentando borrar de su mente ese último recuerdo de él golpeándolo y escabulléndose del SEA-TAC airport, pocas semanas antes de su muerte, creyendo que la solución para borrar ese recuerdo sería involucrarse en un nuevo proyecto musical, e imaginé a Krist Novoselic en su primera fiesta de cumpleaños desde mil novecientos ochenta y tantos sin Nirvana, conociendo a Yva Las Vegas, a esa cantante venezolana que llegó a cantarle a ese cumpleaños, mucho antes de que ella se convirtiera en cantante joropunk.
me la bebo rápidamente, y no puedo dejar de pensar en que esos jeans ajustados te quedan tan bien, que quisiera emborracharme cuanto antes y tener un sueño loco que nunca podrá ser realidad, quiero sentir que nada me importa, que el estrés desaparece, que los juegos mentales no están en mi contra, que me da igual qué pasará, que ya hice todo lo que está a mi alcance para tener otro contrato seguro hasta enero en mi zona de confort, que metí mi solicitud para una evaluación curricular –mi segunda evaluación curricular en lo que va del año– y que el perfil de esta convocatoria no corresponde con mi perfil, pero que tengo altas posibilidades de ganar.