domingo, 22 de noviembre de 2020
viernes, 13 de noviembre de 2020
Transferencia de información
Mientras la licuadora ataca una y otra vez mis oídos con su escándalo infernal y su turbulencia anega mi garganta dolorida, en la computadora G sugiere tomar nota de los detalles de las condiciones de alojamiento de los animales, ya que los revisores de los artículos especializados están adoptando la costumbre de descartar artículos porque los animales estuvieron en grupos de 3 en lugar de estar en grupos de 4 llama la atención sobre las condiciones de alojamiento de los animales, otra persona se encuentra como casi siempre se encuentra, prestando poca atención a la junta, el infernal escándalo de la licuadora tritura tus oídos...
Todo lo que lees aquí, lo escribo yo.
sábado, 7 de noviembre de 2020
Heaven Beside You (1995)
Debió de ser la última semana de marzo.
Terminaba el trimestre 19-O y los rumores acerca del coronavirus comenzaban a ser más frecuentes en México. Aún no se habían instaurado las conferencias de todas las tardes en Palacio Nacional en las que Hugo López-Gatell y el grupo de expertos en salud informan sobre el número de contagios y muertes asociadas al COVID-19, pero en los medios de comunicación ya circulaban anuncios del Gobierno sobre las recomendaciones de distanciamiento social e higiene.
Las noticias más comunes en redes sociales estaban relacionadas con las muertes en España y en Italia, relacionadas con el COVID-19.
En la universidad, se avecinaba el periodo intertrimestral y varios alumnos andaban por los pasillos de la escuela y de vez en cuando nos visitaban en el cubículo para entregar trabajos finales o para recibir calificaciones.
En general, nadie guardaba sana distancia ni usaba cubrebocas, ni caretas, ni lentes de protección. Nosotros, en el cubículo, ocasionalmente hablábamos del coronavirus.
Parecía un tema extragavante que se había salido de control en Europa y que no nos afectaría durante mucho tiempo. Un colega y yo incluso ya habíamos bromeado y hecho planes para ver algunos partidos de la Eurocopa 2020 en el proyector que tenía bajo mi resguardo, entre clases.
El esposo de una colega trabajaba en un hospital y ella nos había contado sobre algunos casos de pacientes con coronavirus que habían llegado a ese hospital y también nos había contado sobre las medidas de prevención que recomendaban seguir las autoridades de ese hospital.
En general, todos en el cubículo tomábamos la situación con cautela y guardábamos sana distancia, pero tampoco usábamos cubrebocas ni caretas ni lentes de protección.
Otros colegas decían que, si la situación se agravaba, lo más probable era que sólo al personal más vulnerable –aquellos que padecían alguna enfermedad que pudiera ponerlos en riesgo y aquellos mayores de 60 años– se le recomendaría trabajar desde casa y no asistir a la universidad.
Para el miércoles de esa semana, al volver a la casa, tuve dolor de cabeza, náuseas y síntomas de resfriado, así que no fui a la universidad ni el jueves ni el viernes. Mi cuñada me sugirió tomar paracetamol y reposar.
El sábado por la mañana, me sentía peor. Estaba aturdido, débil y preocupado. Creí que tal vez tenía COVID-19. Había leído algunas noticias sobre el COVID-19 en redes sociales y decían que los síntomas que yo tenía podían estar asociados con el COVID-19 y que en un lapso de 7 a 14 de haber adquirido el virus podían agravarse.
Me acosté en la cama y encendí el televisor, para distraerme. Puse YouTube y encontré un canal en el que había un especial de MTV con Alice In Chains.
Quizá confunda un poco el orden en el que ocurrieron las cosas, pero estaba más preocupado por mi salud que por el televisor y no le presté demasiada atención al programa.
En el especial había videos de Facelift y segmentos de una entrevista de Ricky Rachtman con Layne Staley y Mike Starr en Nueva Orléans. Staley usaba muletas y tenía enyesada una pierna. Las preguntas de Rachtman estaban relacionadas con los videos de Facelift y con la gira de ese álbum.
Luego, me quedé medio dormido y cuando desperté ya había acabado ese programa y se estaba reproduciendo otro programa en el que Jerry Cantrell actuaba como granjero.
El programa databa de 1995 y un hombre vestido de mujer recogía a cada uno de los integrantes de Alice In Chains en un automóvil blanco descapotado, en varios puntos de alguna ciudad de Estados Unidos (probablemente Seattle).
Alice In Chains acababa de lanzar su tercer álbum de estudio, el que tiene la fotografía de una perra con tres patas en la portada y al que algunos llaman Tripode.
Sean Kinney estaba disfrazado de payaso, Mike Inez era el nuevo bajista de la banda y Layne Staley parecía triste y hablaba poco.
Este álbum es uno de los que más escucho de Alice In Chains. Tal vez lo escuché por primera vez cuando estaba en la universidad, o después. Conocí a la banda, a través de una ex novia que hablaba todo el tiempo de un ex novio al que le gustaba Alice In Chains. Alguien me pasó el álbum a mi iPod y lo escuchaba regularmente.
Compré mi copia en disco compacto hace como cinco años en El Chopo. “Heaven Beside You”, “Again” y “So Close” son las canciones que más me gustan.
Hace 25 años fue el lanzamiento de este álbum.
Mientras lo escucho y reparo en que tenemos casi nueve meses trabajando desde casa, pienso en que jamás podría haber imaginado un aniversario tan extraño.
Todo lo que lees aquí, lo escribo yo.
lunes, 2 de noviembre de 2020
Negra o blanca, hirviente o helada
Tratas de templar el agua de la regadera
Y de ignorar las voces que te dicen qué estás pensando
El agua que cae sobre tu cuerpo impuro es como tu vida
Tampoco tiene puntos intermedios
Es negra o blanca o hirviente o helada
En la frontera del dolor de la vigilia y del placer de los sueños
Tu miembro se hincha involuntariamente como un globo de sangre
Y lo ves como un pescado que agoniza afuera del río
Y lo sientes intentar aferrarse a la vida
Y sientes su dolor y lo respiras en tu piel
Algunos pensamientos vagos surcan tu cerebro adormecido
Algunos cuerpos vagamente deseados en el sueño emergen bajo la regadera
Destrozan la estrechez de la realidad y la monotonía
Como si la realidad y la monotonía fueran una botella de vidrio
Que se quiebra contra la loseta del baño
El pescado se convulsiona violentamente en la palma de tu mano
El chorro de agua helada que cae de la regadera
Y que inunda poco a poco tu existencia flotante en el limbo de otro día
Es el túnel de luz que lo guía a su propia muerte
Ahora te das una bofetada para despertar
Y tus ojos enceguecidos por el shampoo
Arden como una marca de hierro incandescente
En tu epidermis más sensible
En donde habitan los corpúsculos de Pacini
Y los corpúsculos de Krause
Lejos quedó esa chica de la secundaria que te gustaba
Y que parecía hacerle el amor a tus manos con sus manos de pianista
En la penumbra del sueño que súbitamente recordaste
Cuando el agua hirviente de la regadera
Atravesaba tus manos y quemaba los resabios del sueño
Tu miembro-pez recién pescado por la vigilia
Deja de convulsionarse conforme el agua
Muta nuevamente de helada a hirviente
Ahora piensas en la escritura de ese artículo
Que tienes escribiendo mil años
Visualizas un día más de escritura
Otras diez horas del día destinadas a su escritura
Tu pronóstico es que al final del día
Tal y como ha ocurrido en los últimos mil años
No habrá habido un gran avance
El agua continúa cayendo
Y es como tu existencia:
Negra o blanca
Hirviente o helada
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